lunes, 5 de noviembre de 2007

4. TEMPLOS, COMPRAS Y SIROCCO

Amanece en Bangkok y un intenso día nos espera. El calor es sofocante desde primera hora de la mañana y las calles son bulliciosas durante todo el día. Salímos del hotel y nos damos cuenta rapidamente de que es lunes... ya que la ropa de los tailandeses tiñe el ambiente de amarillo.La gente en Tailandia siente una enorme devoción y pasión por su rey. Se puede ver su imagen en carteles en los centros comerciales, en las carreteras, en en el metro, en las casas... en todas partes, y todos los lunes se visten de amarillo en honor a él, es muy curioso.


Hoy vamos a visitar los templos, así que nos vamos a coger el skytrain. El skytrain es como un metro, pero elevado, es muy cómodo, rápido y seguro.





Lo cogemos en Chong Nonsi hasta Saphan Taksin, una vez fuera, nos dirigimos al embarcadero y cogemos el Chao Praya Express (13 Baths) hasta el embarcadero de Ta Chang, que es el que queda más cerca del Palacio Real.







Al coger el barco nos enteramos de que hoy a las doce acaba el servicio, ya que hacen no sé que evento en el río (más tarde nos enterariamos que era el desfile de las barcas reales... nos lo perdimos!), así que seguramente no podremos cruzar al otro lado del río a ver el Wat Arun, templo del amanecer...

Nos dirigimos al Palacio real- Wat Prakeo (250 Baths), nos pegamos una buena caminata al rededor de su inmenso recinto hasta que encontramos la entrada.




No es posible entrar con pantalones ni faldas cortas, tirantes, jerseys de espalda descubierta, escotes... sí, sí, sí... todo eso ya nos lo sabíamos, pero aunque nuestra primera intención era ir bien tapaditos, con nuestros pantalones largos y esas cosas, el calor pudo con nuestras intenciones... así que yo me puse una falda por debajo de la rodilla y un jersey de manga corta, con la duda de que colara, pero con la certeza que durante el día no moriría asfixiada de calor. A malas siempre tienes la opción de disfrazarte con la ropa que te prestan allí... jjjajajaj, Angel se decantó directamente por esta opción, allí se pondría lo que hiciera falta, pero se negaba a ir todo el día con los tejanos pegados a la piel...

Y así fue, yo colé, que ya me vestí con un poco de vista... y él tuvo que ponerse los pantalones que "alquilan" allí, por unos cuantos baths, que luego te devuelven. Eso sí vas muy fresquito y cómodo...jajjajajaj.

Solo entrar, el wat Prakeo, nos deja maravillados, el templo es muy famoso porque en su interior alberga el famoso buda esmeralda, un pequeñísimo buda tallado en jade verde, al que no está permitido hacer fotos, pero su belleza exterior es impresionante...



A todos los templos hay que entrar descalzo y nunca debes sentarte con las plantas de los pies mirando hacia buda. Si tienes dudas lo mejor es que imites el comportamiento de los propios tais, así seguro no cometes ninguna falta de respeto por desconocimiento.





Continuamos hacía el Palacio Real, damos una vuelta y decidimos irnos hacia el Wat Po, ya que nos hemos entretenido bastante y hace mucha mucha calor.



Desde el Palacio hasta el Wat Po (50 baths), tardamos unos quince minutos andando, pero la húmedad y el calor son tan sofocantes que maldigo no haber cogido un tuk tuk!

Por fin llegamos, esta vez no son tan estrictos con la ropa y nos dejan entrar sin problemas.
Dentro del templo se encuentra el Buda reclinado, mide 46 metros de largo y aunque ya conocia sus tremendas dimensiones, nunca lo imagine tan impresionate, es realmente precioso y enormeee!






Algunas fotos más de nuestro paso por el Wat Po:






Monjes en el Wat Po. Realmente inspiran paz...











Cuando ibamos para la salida encontramos unos niños durmiendo en los porches del Wat Po. Parece un angelito....


Decidimos irnos al embarcadero, haber si aún nos daba tiempo de cruzar al Wat Arun, pero al llegar nos dicen que ya han cortado la circulación por el río. Me da rabia porque no sé si otro día podremos volver... Pero en fin, estamos de vacaciones... así que cambio de planes! nos vamos a dar una vuelta y a comer a la famosa Khao San Road.

Nos cogemos un tuk tuk, y en un santiamén nos deja en la entrada de Khao San. Está es una de las calles más famosas de Bangkok, es el punto de encuentro de miles de viajeros de todo el mundo, cantidad de mochileros acuden a dicha calle en busca de alojamiento barato, ya que aquí se encuentran montones de guest house muy económicas, agencias para contratar excursiones, bares, restaurante, puestos de comidas... en fin una calle muy animada y con muy buen ambiente.



Después de dar una vuelta, decidimos entrar a comer en una pizzeria, 1 pizza, 1 plato de pasta, 1 singha, 1 agua y 2 cafés, 600 baths (aproximadamente 12 €)


















Como nos ha gustado la zona, decidimos volver otro día y ver el ambientillo de noche, así que después de comer nos cogemos un taxi y nos vamos a otro templo... pero está vez no es un templo religioso, si no... un templo de compras! Al MBK, un gran centro comercial de 5 o 6 plantas, donde venden absolutamente de todo a buenos precios.














Hay tantas cosas y tantas tiendas que no sabemos pa donde tirar... que stressss!!! Compramos zapatillas Converse a 15 €, tejanos diesel a 11 €, polos Ralph Laurent a 3 €... etc, etc... Sin darnos cuenta se nos ha pasado la tarde, así que nos toca correr a coger el skytrain, y llegar lo más rápido posible al hotel, porque a las 22:00 tenemos mesa en el Sirocco.



Llegamos con el tiempo justo para arreglarnos, coger un taxi y salir pitando para el Hotel Lebua, donde se encuentra el precioso restaurante Sirocco, situado en lo alto de un rascacielos. Habíamos visto fotos, oído hablar de él, pero la realidad superó y mucho, a todo lo que habíamos podido imaginar... Al salir del ascensor, empezamos a escuchar de fondo la música que suena en el exterior, es un grupo de jazz que toca en directo, dos sonrientes tailandesas nos acompañan en el recorrido por un pequeño pasillo, que enseguida nos transporta a un espectáculo visual indescriptible... una gran cúpula dorada a tus espaldas y una escalinata iluminada a tus pies que te conduce a la zona de mesas, tan solo iluminadas por velas, de fondo... vistas de toda la ciudad iluminada... fue algo realmente impresionante.





Siempre recordaré el momento en el que entramos... la brisa golpeaba mi cara y aquella imagen golpeó algo dentro de mí que me hizo sentir una gran emoción.




La cena nos costó poco más de 100 €, algo carisisímo para ser Tailandia, pero realmente valió la pena!



Si no os apetece gastar este dinero en una cena, en lugar de ir a cenar, podéis ir solamente a tomar algo en su barra circular iluminada que cambia de color, podréis disfrutar del lugar y las vistas por el precio de un cóktel, pero sinceramente no me lo perdería. Eso sí, exigen que se vaya minimamente arreglado.

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